La acción de protesta emprendida hoy 11 de junio con motivo de la ceremonia de investidura de Sonia Castedo por la alcaldía de Alicante, ha convocado a unas 300 personas. Está cifra no es muy grande, hay que reconocerlo, pero tiene, sin duda, el valor simbólico que en su momento le dio la historia.
Cualquier observador neutral que haya presenciado la manifestación de esta mañana habrá podido comprobar por sí mismo algo indiscutible: todas y cada una de las personas que allí se manifestaban, lo hacían al 100%. Durante más de 3h se corearon incansables y al unísono todos los lemas de protesta contra la corrupción que se puedan imaginar, sin olvidarnos del trillado, pero pegadizo, “no hay pan para tanto chorizo”, y el “manos arriba esto es un atraco”. Y es que la señora Castedo no se merecía menos; ella y, por supuesto, sus compañeros de filas: el ex alcalde, Luis Díaz Alperi, y el actual presidente de la diputación, José Joaquín Ripoll, imputado oficialmente en el caso Brugal. Estos dos últimos, y no Sonia Castedo, tuvieron la ocasión de escuchar las protestas en primera persona, pues salieron de allí por su propio pie. Sonia, tuvo la discreción de hacerlo en coche oficial, sin dar la cara a todos los que allí estaban “aclamándola” pacíficamente, “por su abnegada y desinteresada vocación de servicio al pueblo alicantino”.
Es cierto que no éramos muchos, pero estábamos unidos y comprometidos ante la indignación, como diría Stéphane Hessel (el escritor de ¡Indignaos!). Una unidad forjada por la convicción de estar haciendo lo que había que hacer.
No éramos muchos, pero fuimos los justos.
Juan Nadie