“El pasado miércoles 20 de febrero, murió Soledad Torrico, inmigrante boliviana, que enferma de “gripe” y sin tarjeta sanitaria válida “porque ya no cotizaba”, ha sido obligada durante seis días a peregrinar por centros de salud y hospitales valencianos, sin tener la suficiente atención médica del Servicio Valenciano de Salud.
Aunque su enfermedad era corriente y tenía cuidado, se le complicó por no recibir los servicios necesarios: ni el inicial reconocimiento médico conveniente, ni el seguimiento adecuado ante el agravamiento de la enfermedad y la altísima fiebre. En esas condiciones también se le negó ambulancia para trasladarla a urgencias, y tampoco hubo cama en el hospital para esta mujer inmigrante. Finalmente, sin fuerzas y sin atención, Soledad ha muerto cansada de ir de puerta en puerta.
Soledad Torrico ha sido excluida del Sistema Valenciano de Salud, como muchas personas inmigrantes, por decisión del ministerio que dirige Ana Mato, una decisión que la Consellería de Sanidad Valenciana del Sr. Fabra se apresuró a cumplir ya el año pasado. Dijeron que los inmigrantes tendrían acceso a las urgencias, pero no es verdad, porque las urgencias están cada vez más masificadas y colapsadas por los recortes generalizados en toda la sanidad, y los profesionales de urgencias están sobrepasados, y no pueden dar ni el servicio a urgencias ni lo que hay que dar desde los centros de atención primaria.
Recortar en sanidad es recortar en salud, y aumentar la desigualdad ante la muerte. Quieran reconocerlo o no los responsables políticos, hay muertos a consecuencia de la exclusión de miles de personas inmigrantes de la sanidad pública, y también a consecuencia de los recortes en los servicios públicos, muertes siempre de personas con pocos recursos nacidas en nuestro país o lejanas ciudades, y estas muertes son crímenes”.